Ajuriagerra, el hermano mayor

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En los primeros años de la democracia entrevisté en su piso de Bilbao, en el que vivía con sus dos hermanas solteras como él, al serio, hosco Juan Ajuriagerra, al que una magnífica biografía firmada por Eugenio Ibarzabal define como el hermano mayor del PNV. El hombre que en los años de la clandestinidad fue clave en el partido nacionalista vasco y continuó siéndolo en la democracia hasta que el PNV alumbró nuevos cachorros.

La pregunté a Ajuriagerra como definía el atentado de ETA a Carrero Blanco y en los años de plomo en los que la sociedad vasca miraba hacia otro lado su respuesta fue contundente, propia de católico a carta cabal:

-Creo que políticamente fue un objetivo bien elegido aunque el hecho de atentar contra la vida de una persona no puedo compartirlo.

Hizo todo lo posible para no convertirse en mito pero lo fue a pesar suyo y al mito, como ocurre siempre, lo fue aparcando la gente joven que llegaba al partido con nuevas estrategias y muchas ambiciones personales, que eso es también la política como trasfondo de la sociedad.

Toda su vida estuvo montada sobre la provisionalidad:

-Por eso precisamente no he podido enamorarme. Nunca.

Eso me dijo en aquella salita pequeña y sobria sumida en la penumbra.

-¿Ni una amante? –insistí con la mejor de mis sonrisas.

-Ni una – respondió escuetamente.

Añadió

-Los hombres se enamoran cuando las mujeres quieren enamorarlos y a mí ninguna mujer me ha dicho nunca que me quería.

Vivió para la política en años en los que ejercerla en la clandestinidad era apostar por acabar en un paredón en la hora turbia de la amanecida. Era consciente de haber jugado un papel importante pagando la factura, volvió a repetir, de una vida montada sobre la provisionalidad.

Me dijo:

-Nunca he podido tomar una determinación en el plano personal porque ningún plazo determinado podía ser cumplido. La obligación que a mí mismo me impuse y la que me impusieron los amigos han hecho de mí un hombre muy atado a la cosa política y a sus altibajos, importantes cuando estaba en la clandestinidad. Por eso no he podio asumir nunca un análisis de un porvenir personal.

Eugenio Ibarzabal recoge en su biografía del hermano mayor algunas de las preguntas que le hice cuando Ajuriagerra aún mandaba en el PNV. El libro acaba con una frase que suscribo, porque es la impresión que dejó en mí aquel hombre seco en el trato al tiempo que educado, profundamente fiel tanto a sí mismo como a su pueblo:

“Acertar y equivocarse, caer y levantarse, continuar y mantener siempre la buena intención.

“Una y otra vez.

“Hasta el final”.