Azcona escuchando a la gente en los cafés

Actualizado:


Rafael Azcona Fernándezfue un escritor y guionista español conocido por películas como El pisito, Plácido, El verdugo, La escopeta nacional, Belle époque o La niña de tus ojos.Como escritor creó personajes tan característicos de una época, como el renombrado «repelente niño Vicente» o «el señor bajito».
https://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_Azcona

Siempre me decía que la mayoría de las frases de sus guiones surgían de escuchar lo que contaba la gente en las barras de los bares o en las paradas de los autobuses pero yo no me lo acaba de creer hasta que un día, estando en la barra de un bar, escuchamos lo que hablaban dos tipos.

La síntesis de la conversación es esta:

-No veas ayer… –dijo uno jugueteando con el llavero del coche.

–¿Qué te pasó? – preguntó el otro.

-Tres horas para entrar en Madrid.

–Siempre me cuentas lo mismo.

–Es que siempre me pasa lo mismo.

-Y si sabes que te costará entrar ¿por qué sales?

–Si no salgo ¿para qué me he comprado el coche?

Rafael Azcona sonrió:

-Es un diálogo que me podría servir para una película dirigida por Berlanga o Marco Ferrari.

Entrañable, torrencial, culto, rico en anécdotas, fino en los análisis. Rafael Azcona, uno de los mejores guionistas del cine español, sino el mejor pese la mucha censura que padeció, como por ejemplo cuando escribió la historia del viudo desconsolado que cuando la criada le llevaba una tisana se iba con ella a la cama no por lujuria sino para paliar su soledad.

-Fui con Berlanga a tratar de convencer al censor pero este se mostró inamovible, yo me insolenté y me sacó del despacho y aunque la sociedad española ha dado un salto tremendo desde la muerte de Franco sobrevive esa derecha que es una rémora –y Azcona lo decía sin ira pero si con un deje de tristeza.

Me costó años conectar con él. Era reacio a las entrevistas. Cuando Muñoz Suay me dio un día su teléfono le llamé, se puso al aparato y al decirle que era periodista me dijo que el señor Azcona no estaba en casa, que él era un lampista. Otro día dijo ser el portero, y otro día no recuerdo qué dijo ser.

La última vez que hablamos fue por teléfono. Estaba internado en una clínica y yo sabía que iba a morir pero él, discreto hasta el final, me dijo

que lo suyo no era nada. Hubo un silencio. Consciente de que no me creía su mentira cambio de conversación y fue el Azcona de siempre:

-Recuerdo, José, el día que te leí una crónica sobre el libro de Montanelli en el que explicaba que cuando Franco vio la foto de los cadáveres de Mussolini y Clara Petacci colgados en un garaje de Milán la miró con atención y comentó “están mal atados”. Con ese tipo hemos vivido gran parte de nuestra vida, José. Nacimos demasiado pronto o demasiado tarde