Chumy Chúmez, el hombre de los soles

Actualizado:


Cuando vivía en San Sebastián, a José María González Castrillo quería ser pintor y ese mismo deseo sentía cuando se instaló en Madrid siendo muy joven para estudiar pintura pero para ser pintor, decía, se necesita amar la vida, los objetos que se pintan, que se trasladan al lienzo y él se había dado cuenta, progresivamente, de que estaba incapacitado para eso porque ni amaba las cosas ni amaba la vida.

Bebía pipermint con dos pajitas y a veces había imaginado que estaba en un hotel de una zona cálida y todas las mañanas vería como colocaban en hilera a los viejecitos antes de soltarles una chica joven en bañador para que todos corriesen detrás a fin de conseguirla y las sepulturas podrían estar en la línea de meta y muchos viejecitos se meterían directamente, yo mirándolo todo desde la terraza de mi habitación, bebiendo pipermint como ahora.

Un día le pregunté porque había un sol pequeñito en todos sus dibujos y me respondió:

-En un principio porque el sol lo dibujaba muy grande y así llenaba tres cuartas partes de la cuartilla. Con el tiempo, el sol se fue haciendo pequeño y aunque yo no tengo constancia de eso un amigo me dijo un día que el sol era la búsqueda de algo de luz, de esperanza en una vida que amo muy poco”.

Chumy fue uno de los humoristas claves en los años finales del franquismo y el inicio de la transición. Él no estaba seguro de nada, salvo de una cosa que escribió en su novela El Manzano de tres patas: “A los sabios, les parece un rebuzno toda afirmación categórica con excepción de la afirmación categórica de que toda afirmación categórica siempre es un rebuzno”.

Su conversación oscilaba entre la gravedad, el absurdo y la ambigüedad en el compromiso. Fue uno de iconos de la prensa rebelde en años convulsos y se eclipsó con la democracia. O igual para entonces ya estaba cansado.

Tenía un 4L y muchas veces había pensado que sería buen negocio pintar en la carrocería “Chumy Chumez: reparto de chistes a domicilio”, una forma como otra de incrementar sus ganancias.