Aragón, musicólogo ante todo

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Cuando salía a recibirte y te invitaba a pasar a su despacho tenías la sensación de que te preguntaría por el malestar que te lleva a la visita del médico de familia. Pero no. El despacho no es el del doctor Emilio Aragón sino el del productor de televisión Emilio Aragón. Hay en la personalidad de este hombre que ha puesto percusión afrocubana a los conciertos de Brandemburgo de Juan Sebastián Bach una síntesis de muchos sueños. Dejemos que se auto presente:

-Soy de la generación de padres a los que sus hijas llamaban cuando en el disco de Gaby, Fofo y Miliki, acabadas las canciones de la primera cara, una voz ordenaba “¡dale la vuelta, papá!”. Así era como mi padre y mis tíos terminaban sus discos de vinilo. Yo era pequeño en aquella época y me gustaba mucho colarme en los estudios en los que grababan. La televisión, los medios de comunicación en general, han cambiado mucho desde entonces. De la España a la que yo llegué desde América a los doce o trece años queda poca cosa. Mi familia se había marchado de España en 1945 con la compañía de Estrellita Castro y al finalizar la gira les ofrecieron dos contratos: uno para Colombia y otro para Cuba. Eligieron a cara o cruz, en el mismo aeropuerto en el que debían coger el avión para un destino u otro. Salió cara y fueron a Cuba. Allí nacimos mis dos hermanas mayores y yo.

-He sido y soy un hombre curioso que se ha introducido en diversos medios, pero por encima de todo mi formación es musical. Tenía diecisiete años y granos en la cara cuando hice mi primera producción discográfica. Desde entonces ya no he parado, muchas veces en la sombra, bien haciendo arreglos u orquestaciones o componiendo para otra gente.

De la España a la que llego siendo niño apenas queda nada. Por eso decía que una de las premisas que proponía con la serie Siete vidas era que un chico que sufría un accidente pasaba varios años inconsciente en la UVI y al despertar se encontraba una España que no reconocía. El país ha cambiado aunque según Emilio Aragón siguen existiendo muchísimas asignaturas pendientes, entre ellas la educación en general y la educación musical como formación del niño que será hombre. ¿Actor, guionista, productor…? Por la insistencia en el discurso, vocacionalmente musicólogo.

Confesaba que veía tanta televisión en la productora que cuando llegaba a casa estaba saturado. Era su momento de evasión con la lectura o la música. Se encerraba en su estudio consciente de que su esposa sabía que estaba físicamente con ella pero que necesitaba aislarse.