Estados Unidos y las Armas
Actualizado:
El tema de las armas, como el de la pena de muerte, está presente en el subconsciente de millones de norteamericanos. Es inútil tratar de convencerles de que la pena capital no es disuasoria y es inútil recodarles la masacre en un instituto de Denver. La mayoría de norteamericanos no cambiarán de opinión. Sólo entre las mujeres es perceptible un rechazo mayoritario a las armas y una débil oposición a la pena de muerte. Quizá porque son creadoras de vida ven más claro la inutilidad de tanta muerte. Sobre las armas mantuve una larga conversación con una mujer.
Roser Martínez dedica su libro a papá y mamá. La dedicatoria a la madre es antológica: “Por su infinita comprensión, aunque aún se sorprenda de que me dedique a estos menesteres”. Los menesteres de esta profesora de Derecho Administrativo se concretan en las 398 páginas de una tesis doctoral dedicadas a las armas, con lo que colateralmente conlleva: crímenes, suicidios, delitos, mafias, corrupción… Y leyes. Porque en esta tesis la autora se sumerge en los complicados laberintos de las legislaciones armamentistas de varios países.
Mujer vocacional, es fundadora en la Autónoma de la Escola de Prevenció i Seguretat Integral, carrera para formar profesionales en prevención vial o medioambiental, en temas alimentarios o en marginación social, en la problemática laboral o en la violencia mediática. Reconoce la paradoja de que en este tipo de estudios somos los pioneros, en tanto vamos atrasados en la forma cotidiana de afrontar esos problemas. La libertad norteamericana, que da al pueblo la posibilidad de tener y usar armas, frente a la prevención europea, que delega en el Estado el monopolio de la violencia. El modelo “individuocéntrico” de Estados Unidos, surgido a partir del pensamiento protestante, frente al modelo “administratocéntrico” europeo, que se nutre de la tradición católica.
Dice Roser Martínez que son dos modelos muy definidos en su origen, pero que con el paso del tiempo se han ido contaminando paulatinamente uno del otro. Hoy ya no hay modelos puros: los norteamericanos se han administravizado y los europeos se han privatizado, aunque “desde el 11 de septiembre del 2001, Europa corre el riesgo de contagiarse de una perversión norteamericana: la militarización de la seguridad”. Con su tesis doctoral Armas: ¿libertad americana o prevención europea?, editado por Ariel, Roser Martínez abre un apasionante paisaje sobre el mundo de las armas, las libertades, la violencia, el derecho, los tópicos. Desmiente Roser Martínez que el modelo norteamericano basado en más mercado y en menos Estado sea un avance en temas de seguridad: “Ese modelo comporta más liberalización de armas, menos intervencionismo preventivo y menos policía pública, con el resultado de diez veces más delincuencia que en Europa, diez veces más muertes, cuatro veces más un Estado represivo, como lo demuestra que en España hayan 125 presos por cien mil habitantes y en estados Unidos ascienden a 500, que equivale a decir que lo que no te gastas en prevención te lo gastas en represión”.
A Roser Martínez le preocupa lo que denomina la contaminación de la violencia a través de la cultura mediática, “un concepto acuñado por economistas como Hamilton, que extrapolando principios jurídicos y económicos del derecho ambiental los aplican a la prevención de la violencia mediática”. Frente a los que argumentan que mata el hombre, no las armas, ella dice que “matan las armas que empuñan los hombres y, si se las quitasen, no tendrían tanta facilidad para matar”. ¿La regulación predetermina los comportamientos? Una regulación restrictiva de armas, ¿reduciría la violencia homicida? A Roser Martínez no le cabe ninguna duda: “Las armas ofrecen sensación de seguridad, pero son un riesgo potencial para el que las posee, su familia y vecinos: en Estados Unidos, el
75% de las víctimas de armas de fuego tienen un arma en casa y mueren a manos de familiares o conocidos, sea por disparos intencionados o por accidente. También porque se suicidan”.
“No hay hombre malo –dice Roser Martínez-. No es cierto que con las armas sólo matan los delincuentes. En todas las masacres cometidas con armas los que han disparado no se ajustaban al estereotipo del delincuente. Más bien lo contrario: eran gentes fuera de toda sospecha, incluso con licencias de armas. Es un dato que permite desmentir que a mayor número de armas para la defensa personal la sociedad es más segura”. En Estados Unidos, 75 millones de hombres tienen armas. El anuncio que manifiesta “Dios creó al hombre y a la mujer, pero Smith and Wesson los hizo iguales” va dirigido a un gran potencial, pero no ha calado: las mujeres con arma sólo son 14 millones. ¿No las quieren por ser conscientes del riesgo de las armas? ¿O es una cuestión genética de repudio a la violencia que el arma representa? ¿Mayor sensibilidad o la percepción de que una arma es un factor de riesgo en una disputa doméstica? Para Roser Martínez caben todas las interpretaciones.
Hay en su tesis una serie de datos curiosos. Por ejemplo, que en ciudades norteamericanas con similares censos a ciudades de otros países se registra un mayor número de homicidios en tanto que esas ciudades no norteamericanas sujetas a restricciones de armamento registran mayor número de delitos menores. O el dato de que en Madrid hay más armas cortas que en Barcelona. Y que en Barcelona hay más armas de caza que en Madrid. O que crece en España el mercado negro de las armas, en su mayoría procedentes del Este.
Hay también preguntas que no tienen respuesta: ¿por qué no se cumple la ley y las armas para caza o prácticas de tiro deportivo se siguen guardando en casa o en el maletero del coche, en lugar de guardarlas en una caja fuerte? ¿Por qué la pieza que desactiva el arma no se guarda en la federación o en el club de tiro? “En la práctica, la licencia de arma para practicar caza o tiro deportivo se convierte en un derecho a poder detentar el arma para otros usos”. Poco deportivos y más peligrosos, quizá.
-¿Se siente segura en nuestra sociedad?
-Supersegura. Me pueden robar, pero es poco probable que me maten. España sólo registra 400 homicidios o asesinatos al año. Existe más probabilidad de ser una de las 4.000 víctimas anuales de los accidentes de carretera de los que ya nadie habla o una de las 40.000 personas que mueren víctimas de las enfermedades cardiovasculares.
Tiene Roser Martínez un mensaje final: “Hemos de sentirnos orgullosos de la tradición y los valores europeos. No hemos de sentirnos inferiores ante el modelo norteamericano, con muchos valores que imitar, pero no el del mercado de las armas”.
Es otra mujer distinta a Rosa, una mujer norteamericana, la que me ha hecho sentar ante el ordenador de su oficina y me ha abierto una página de Internet. “Lee..”, me ha sugerido.
Leo una super oferta de armas en las que se especifican sus cualidades para matar. Lo leo como hace años leí un folleto en el que se ofrecían sillas eléctricas modulares y cámaras de gas con todas las garantías. Estamos a 11 de septiembre del 2004. Han pasado tres años del día que empezó a cambiar el mundo. En la última página de El País, Javier del Pino escribe sobre los kaláshnikov en venta libre y acaba reproduciendo el mensaje que ha podido leer en Internet animando a futuros compradores: “Tras el 11-S, los americanos prudentes tienen que entender que tenemos que estar preparados para defendernos, defender a nuestras familias. Una persona armada con un rifle militar proporciona un efecto disuasorio y, si es necesario, una defensa efectiva”.